Soy Asperger. 18 de febrero. Día Internacional del Síndrome
de Asperger.
Tengo 33 años, me dedico a la docencia y me encanta trabajar detrás de una
pantalla. Soy Asperger recién diagnosticada y hoy he decidido que sí quiero
contarlo.
Siempre me han dicho que soy rara, inaccesible, asocial, quisquillosa o
cerebrito, pero a mí nunca se me pasó por la cabeza que pudiese tener trastorno
de espectro autista grado 1. Todo empezó cuando hace un par de años una persona
me dijo: “eres asperger de manual”. Y entonces comencé a leer sobre el tema:
“La persona que lo presenta
tiene un aspecto e inteligencia normal o incluso superior a la media, presenta
un estilo cognitivo particular y, frecuentemente, habilidades especiales en
áreas restringidas. El síndrome se manifiesta de diferentes formas en cada individuo,
pero todos tienen en común las dificultades para la interacción social.”
Hasta ese momento sólo había escuchado definiciones del estilo “es como el
autismo pero menos”. Así que saber esto y nada, era lo mismo.
Lo siguiente fue ir a una asociación especializada, entrevistarme con una
psicóloga, hacer los cuestionarios correspondientes y, por último, recibir el
diagnóstico.
No hay nada más gratificante que entender cómo somos y por qué, ya que sentirte
incomprendido y raro nos lleva a situaciones difíciles de ansiedad, depresión o
rechazo hacia nosotros mismos. Hace 10 años ya tomaba pastillas para dormir. Te
auto-culpas de las cosas que no eres capaz de hacer y envidias ser como otros
para pasar desapercibido.
¿Qué cosas he descubierto que comparto con otras personas que padecen el síndrome?
- Me cuesta trabajo mirar a los ojos:
o
si no
conozco a la persona que tengo delante.
o
si hace
tiempo que no veo a la persona que me encuentro.
o
si
tengo una discusión y me tengo que concentrar en el discurso.
- Cuando me gusta algo, puedo estar muchas
horas y de forma compulsiva haciendo lo mismo. Da igual el qué: escuchar la
misma canción en forma de bucle, decorar casas, hacer blogs, retocar
fotografías...
- Si me dan un abrazo, me quedo como un
palo. Estoy aprendiendo poco a poco. Si la persona que me lo da, creo que me
quiere bien, entonces me gusta.
- No tengo muchos amigos de verdad, sí
muchos conocidos.
- No me gusta encontrarme a gente por la
calle si no son de confianza o no sabía que me las podía encontrar.
- Me aburre y supone un esfuerzo para mí
estar después de un rato con amigos si los temas que se hablan no son de mi
interés. Me pongo nerviosa y necesito irme.
- Me gusta estar sola y odio salir por las
noches.
- Si estoy haciendo algo que me gusta mucho
y concentrada, no quiero que me molesten, ni para saludar.
- No entiendo los sarcasmos ni las bromas,
la frase que repito más al día es: “¿es verdad? ¡Dímelo!” Suelo entender las
cosas de forma literal.
- Tengo tendencia al perfeccionismo y al
hipercontrol (no son más que el reflejo de mi inseguridad).
- Si alguien coge algo mío, me gusta que lo
deje en el mismo sitio o de la misma forma. Cada cosa tiene su lugar. El mundo
ordenado es mucho más fácil para mí.
- He aprendido ciertas conductas y patrones
sociales que me ayudan en mi día a día si los imito.
- Si tengo un sitio donde sentarme, no me
gusta cambiarlo.
- Digo en todo momento lo que pienso.
- Me relaja tener objetivos claros y bien
definidos a la hora de trabajar.
Padecer un síndrome que no presenta síntomas evidentes es complicado para
el que lo sufre, no lo hagamos más complicado siendo incomprensibles y diciendo
frases como: ¡tú no eres nada de eso!, ¡pero si tú no lo pareces!, ¡si me
evaluaran a mí!, ¡tú eres normal! Si te lo cuento, agradecería que me dijeses:
voy a leer sobre el tema y así puedo entenderte mejor.
Todo lo demás, hace daño.
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